Información sobre las emisiones mundiales de contaminantes y sus efectos en el medio ambiente

24.00.2019, 00:01
472

NOTA ANALÍTICA ACERCA DE LA INFLUENCIA DEL VOLUMEN

DE LAS EMISIONES EN EL MEDIO AMBIENTE

            El calentamiento global.

            El destino del planeta dependerá, dentro de 20, 50 o 100 años, de las decisiones que la humanidad está adoptando ahora. En el Acuerdo de París del año 2015 sobre el clima, los líderes de 185 países acordaron mantener el aumento de la temperatura media global por debajo del 2 ºC respecto al comienzo de la revolución industrial (siglo XIX). Sin embargo, en la actualidad el aumento de la temperatura media global se mantiene alrededor del 3 ºC. El cambio climático fue fijado por primera vez en 1860; desde entonces la temperatura media global ha aumentado en 2,7 - 3,2 ºC; en el siglo XX, el nivel del mar ha subido en unos 10-20 cm. Si las emisiones de gases de efecto invernadero se siguen realizando en cantidades iguales o superiores, la temperatura global del aire continuará aumentando en el siglo XXI. Además del calentamiento global, las emisiones de partículas contaminantes ejercerán una influencia enorme en otros aspectos de los ciclos vitales de nuestro planeta: el aumento en 2 veces de la concentración de СО2 conducirá a la destrucción del 40% de los bosques boreales. El calentamiento del clima retarda el crecimiento de estos bosques: el ciclo vital de los árboles, resulta ser mucho mayor que el período en el cual el clima cambia a unas condiciones más desfavorables para los bosques boreales. Como resultado del efecto invernadero, amplias zonas de la Tierra se volverán no aptas para la vegetación. Además, el aumento de la temperatura puede conducir a una reproducción intensiva de las plagas del bosque, llevándolo en consecuencia a su destrucción.

            El aumento general de la temperatura de la Tierra conduce en algunas regiones a incendios forestales. El peligro principal consiste en que los incendios forestales son también una fuente importante de emisiones de dióxido de carbono, lo cual profundiza el efecto invernadero. Las regiones expuestas a incendios forestales son más vulnerables que otras a sus consecuencias. El contenido de dióxido de carbono en la atmósfera aumenta, mientras que la superficie de plantas, que constituyen un absorbente natural de СО2, disminuye, lo cual lleva consigo efectos mortales para la salud de las personas y para la agricultura.

            Diversos modelos informáticos pronostican que, en el siglo XXI, la temperatura media de la Tierra aumentará entre 1,8 y 4,0 ºC. Es de suponer que el cambio climático se manifestará de maneras distintas en cada región. Se espera que la temperatura será mayor en las latitudes altas que en las bajas.

            Por esto es indispensable que la humanidad tome decisiones ambiciosas para detener el calentamiento global, pero la posibilidades de conseguir este objetivo disminuyen rápidamente cada año. Un informe reciente del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ó Panel Intergubernamental del Cambio Climático)[1] evidencia que apenas existe un cinco por ciento de posibilidades de que seamos capaces de contener el crecimiento de la temperatura media global dentro de los límites de dos grados.

            Para alcanzar este fin y para evitar consecuencias irreversibles, es necesario actuar con rapidez: para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, la humanidad tiene que comenzar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos dos o tres años.

            Si no se toma ninguna medida, la temperatura de la Tierra a comienzos del siglo XXII, según los pronósticos del IPCC, será 5 ºC más alta que en la actualidad.

            Precipitaciones atmosféricas.

            Como resultado del calentamiento global, tiene lugar un aumento de la velocidad de la evaporación del agua, lo que a su vez acelera el ciclo del agua en la naturaleza. Entre los años 1980-2010 se observó una cantidad récord de precipitaciones, que superaba en un 12% la cantidad de precipitaciones que se podía esperar antes de la revolución industrial. En Asia sudoriental, la cantidad de precipitaciones creció en un 56%, en Europa en un 31%, en las regiones centrales un 24%.

            El dióxido de carbono y el nitrógeno existen de manera natural en la atmósfera, pero la combustión de productos como el carbón y el petróleo se convierte en una gran fuente de acumulación de concentraciones excesivas de esas substancias, lo cual aumenta de forma muy importante la acidez de las precipitaciones.  Las consecuencias ecológicas de las lluvias ácidas se manifiestan más intensamente en medios acuáticos, tales como ríos, pantanos y lagos. Esas precipitaciones influyen de manera letal en los peces y otros organismos vivos, debido al elevado contenido de aluminio que se lixivia del suelo cenagoso, junto con el agua de lluvia, y que luego va a dar al agua. Algunos tipos de organismos pueden soportar el agua moderadamente ácida pero otros, que sirven de alimento para las cadenas alimentarias superiores, no soportan una concentración semejante. Lo cual conduce a una ruptura de la cadena alimentaria que puede ser fatal para el ecosistema.

          Las lluvias ácidas también influyen en el crecimiento de las plantas. Al lavar con su agua los elementos provechosos e indispensables para las plantas que existen en el suelo, las lluvias ácidas crean un lecho inservible para la vida de éstas. En las montañas, la niebla y las nubes acidificadas se asientan sobre las hojas de los árboles, privándolas de sus elementos nutritivos y volviéndolas incapaces de absorber la luz solar, lo que aumenta su vulnerabilidad a las bajas temperaturas.

            Como consecuencia, la disminución de la población de plantas significa que una determinada cantidad de dióxido de carbono no será absorbida por ellas, lo cual aumentará la concentración de CO2 en la atmósfera.

            La agricultura sufrirá serios problemas. La lluvia ácida influye tanto en las cosechas de la producción agrícola como en su calidad. Aparte de los daños cosméticos producidos en los frutos, disminuye su valor nutritivo y la cantidad de minerales provechosos que contienen.

            Las lluvias ácidas también influyen en la salud del ser humano: la lluvia ácida en sí misma es inocua para las personas, pero las partículas microscópicas que crean la lluvia y el ozono pueden, cuando penetran en los pulmones, provocar o agravar enfermedades respiratorias como el asma o la bronquitis.

            La temperatura del aire.

            El cambio del clima y el aumento de la temperatura tendrán consecuencias diversas para distintas regiones.

            Para África, donde la población crece más rápidamente que en cualquier otro lugar, el aumento de la temperatura significará la ampliación de las regiones tomadas por la sequía y, como consecuencia, una potencial emigración provocada por la escasez de agua y la imposibilidad de realizar cultivos agrícolas.

            La provincia de Sind (Pakistán, Cercano Oriente), por ejemplo,  experimentó dos consecuencias contradictorias del cambio climático: una sequía extrema e inundaciones que no permitían cuidar de los sembríos y alimentar a los animales; como resultado, la región tuvo pérdidas económicas multimillonarias.

            Países del Cercano Oriente como Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Qatar, corren el riesgo de volverse no aptos para la vida. Según los cálculos de los climatólogos, para el año 2070 la temperatura del aire en los países del Golfo Pérsico puede alcanzar los 70-80 ºC. Por supuesto, el problema puede resolverse en las grandes ciudades con un sistema de climatización muy desarrollado pero, incluso en ese caso, las personas sólo podrían salir a la calle por las noches.

            Como consecuencia del cambio radical de la temperatura del aire, existe el riesgo de que, para el año 2080, 600 millones de personas se enfrenten al hambre. Ésta y la falta de agua provocarán una emigración masiva de insectos hacia las latitudes nórdicas, donde podrían aparecer epidemias tropicales como  la fiebre y la malaria.

            Sin duda alguna, los cambios climáticos también agravarán los desacuerdos políticos y los conflictos por el acceso al agua y a los recursos alimentarios.

            En Europa del norte, la temperatura elevada es responsable de que los inviernos sean menos fríos, lo cual representa un alto nivel de precipitaciones, una mayor cantidad de nubes, tormentas más fuertes y cambios significativos en el medio circundante. Las áreas agrícolas se encontrarán en condiciones demasiado húmedas y el nivel del mar continuará creciendo.

            La costa sureste de EUA fue presa, en septiembre de 2017, de dos grandes huracanes, uno de los cuales fue llamado “Irma”. Los cambios climáticos condujeron a que las consecuencias de los huracanes fueran más extremas, debido a una mayor cantidad de precipitaciones y embates tormentosos. En el futuro no cabe duda de que el volumen destructivo de los huracanes continuará creciendo.

            Al mantenerse la temperatura en 2 ºC más arriba de la media preindustrial, se espera que en las regiones mediterráneas la disponibilidad de agua descienda en un 50%. En Francia, por ejemplo, los embalses se secan, obligando a las autoridades a introducir limitaciones al consumo del agua. Las regiones costeras de la Tierra serán destruidas. Los edificios y demás infraestructuras serán arrasados por el mar, lo que llevará al aumento de las primas de los seguros. En la actualidad, los riesgos relacionados con las inundaciones son el principal fenómeno natural que obliga a las personas a abandonar sus casas cada año. Anualmente, las inundaciones dejan sin techo a una media de 22,5 millones de personas. Si no se adoptan medidas para disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, esta cifra puede duplicarse.

            Les esperan serias consecuencias a China y Japón, donde 150 y 30 millones de personas respectivamente pueden quedarse sin vivienda. Bangladesh es igualmente vulnerable, debido al aumento del nivel del mar. Se espera que hacia 2050, decenas de millones de personas se quedarán sin techo.

            También en Rusia el clima cambia de manera perceptible, y cada vez más a menudo se observan temperaturas anormalmente bajas o altas. Según datos del Ministerio del medio ambiente de la Federación Rusa, en el período que va de 1990 a 2010, la cantidad de catástrofes naturales, tales como las crecidas, los aludes, las inundaciones y los huracanes, ha aumentado cuatro veces y cada año continúan creciendo en un 6 - 7%.

            El derretimiento de los glaciares en Groenlandia y la Antártida constituye un proceso natural; sin embargo, debido al calentamiento global, este proceso se acelera significativamente, lo que conduce a la pérdida repentina de una gran cantidad de hielo. Esto puede influir en el aumento del nivel del agua en el océano y en su circulación.

            Además, en los hielos antárticos se encuentra una enorme concentración de metano, un potente gas de efecto invernadero. El derretimiento de los hielos llevará a una emisión total de metano, que no sólo aumentará en muchas veces el calentamiento global, sino que nos llevará a una catástrofe ecológica. Según la opinión de algunos científicos, la humanidad sufre en la actualidad la sexta extinción masiva de animales en la historia de la Tierra. Pero en esta ocasión, está ligada a la actividad del ser humano. Según los pronósticos, el ecosistema global puede verse privado de hasta un 30-40% de variedades de animales y plantas, ya que el medio en el que viven cambiará más rápidamente que su capacidad de adaptación a las nuevas condiciones de vida.

            Los investigadores estiman que, debido al derretimiento de los glaciares, la tierra firme se hunde en el océano a una velocidad de tres-cuatro milímetros por año. Los científicos consideran que esta velocidad no se mantendrá sin cambios y que en el transcurso de las próximas décadas, la cubierta glacial comenzará a desaparecer con mayor rapidez. Dependiendo de escenarios diversos (que toman en cuenta los diferentes volúmenes de emisiones de gases de efecto invernadero), el nivel del océano subirá en 0,3-2 metros hacia el año 2100.

            Si antes la tierra firme se sumergía bajo una capa de agua de cinco centímetros cada 100 años ahora, según los resultados de las investigaciones publicados en la revista Scientific Reports, eso tendrá lugar cada 25 años. Las grandes inundaciones son más probables en los trópicos. En aquellos sitios, la frecuencia de catástrofes naturales se duplicará hacia el año 2030 (si el nivel del océano se eleva en 5-10 centímetros). Por eso, la parte más vulnerable de la población de la Tierra la constituyen los pueblos insulares.

            El cambio climático se asocia cada año con cientos de miles de muertes en el mundo.

            En la actualidad, se plantea con agudeza la cuestión de cómo la humanidad puede mitigar esas consecuencias mediante sus decisiones.

 

[1] IPCC: Intergovernmental Panel on Climate Change.

Comments: 0
  • Your comment will be the first